De tal palo tal astilla. Madres e hijas.

¿Qué es lo que pasa entre madres e hijas? Amo a mi hija más que a nada en el mundo, pero, a veces, sencillamente, me vuelve loca. Sé que es hija de Dios, no mía. Sé que ella tiene su propia película, pero ¿Cuándo ha crecido y ha cambiado tanto?

¡La miro y es que la adoro! Veo su belleza, sus dones, su amor y su potencial y al mismo tiempo la veo cometer errores, algunos de los mismos errores que yo cometí cuando era joven. Y eso realmente me molesta, quiero ahorrarle ese sufrimiento igual que me hubiera gustado ahorrármelo yo.

La verdad es que estoy justo en este momento de mi vida gracias a lo que he experimentado en mi pasado y gracias a que mi alma me guía (aún cuando me resisto). Mi alma siempre ha estado a mi lado (y de mi parte), así que creo que ya es hora de rendirme y dejar de controlar (o intentar controlarlo todo), de ser consciente de mi comportamiento de “rescatadora y socorrista de emergencia” y simplemente confiar. Confiar en que su alma está guiando a mi hija con las experiencias que necesite.

Me rindo a mi alma confiando que todo está en orden divino, que necesito intervención divina en vez de control humano tratando de arreglar y fijar todo según la perspectiva de mi ego.

Creo que amar a mi hija, para amarla de verdad, lo que necesito hacer es dar un paso atrás y dejar que viva su vida y estar dispuesta a tener una hermosa relación nueva con ella. Sara está constantemente cambiando y yo también, por tanto, nuestra relación ha de ser fluida y cambiante, llena de amor, aunque estemos a distancia.

Gracias, Alma, por mi vida y por todas mis relaciones, gracias por estar a cargo de todo. Gracias Sara, mi hija maravillosa, por ser mi maestra y mi espejo. Gracias, Alma de Sara, por todas las bendiciones y el amor.